
Chiquita Panamá ha decidido suspender la producción en varias de sus granjas, afectadas por una huelga sindical que se opone a una reforma de la Seguridad Social que ya ha entrado en vigor. Esta situación ha resultado en pérdidas significativas, que se estiman en al menos 10 millones de dólares, afectando no sólo a la empresa, sino también al sector transnacional relacionado con la producción de banano.
Chiquita Panamá incluye una parte de su producción de plátano
Después de realizar una «primera evaluación» de los impactos de la huelga en las plantaciones de plátano de la compañía, ubicadas en la provincia oriental de Bocas del Toro, la empresa confirmó que, debido a la huelga, suspenderá de manera definitiva la producción en una propiedad completa, además de otras áreas equivalentes a dos granjas. Este anuncio subraya la gravedad de la situación laboral que enfrenta la industria.
Según un comunicado de la empresa, una fuente oficial declaró a Efe que Chiquita Panamá posee un total de 26 granjas distribuidas en unas 6,969 hectáreas. Estas dimensiones reflejan la importancia de la producción de banano para la economía local y su tendencia a afectar a numerosos trabajadores.
El periódico local La Prensa ha reportado que aproximadamente 150 personas trabajan en cada granja, y destaca que el 90 % de la producción nacional de plátanos está en manos de empresas transnacionales como Chiquita. Esto plantea preguntas sobre la sostenibilidad del empleo en la región y el impacto a largo plazo de la huelga en la comunidad.
A través de su carta, Chiquita también indicó que llevaría a cabo todos los procedimientos legales y administrativos necesarios para gestionar la huelga, que afecta tanto las áreas de cultivo como la planta de empaque. La compañía se comprometió a seguir monitoreando las consecuencias de este conflicto en sus operaciones agrícolas.
Sin embargo, en su declaración, la empresa no detalló cuántas granjas específicas operan en Bocas del Toro, que junto con Chiriquí, es conocida por ser una de las principales zonas productoras de plátano y bananas en el país. También se omitió información sobre la cantidad exacta de trabajadores que quedarán desempleados debido al cierre definitivo de estas operaciones.
El 9 de mayo, Chiquita Panamá informó que la huelga ya había provocado pérdidas que superan los 10 millones de dólares para la industria del plátano, lo que ha generado una preocupación mayor sobre la continuidad de empleos dentro del sector, que indirectamente afecta a unos 24,000 trabajadores en el área. Esto pone de manifiesto la vulnerabilidad del sector ante tensiones laborales y políticas.
A medida que avanza la huelga—ya en su tercera semana—, Chiquita advirtió sobre la creciente pérdida de fruta y el impacto negativo en las áreas de cultivo. La situación se vuelve aún más crítica, ya que los mercados internacionales han comenzado a buscar alternativas a la exportación de plátano panameño, lo cual pone en riesgo la economía local y la estabilidad laboral de miles de trabajadores.
El banano se ha mantenido como el producto de exportación más relevante de Panamá, representando el 17.5 % de las ventas al exterior en el primer trimestre de este año, con un valor aproximado de 324.4 millones de dólares, el más alto en 15 años, según informes del Ministerio de Comercio e Industrias (MICI).
El sindicato de trabajadores de Bananeras ha respaldado la huelga indefinida de los maestros del sector público, quienes iniciaron su protesta contra la reforma de la Seguridad Social el 23 de abril. Este movimiento también cuenta con el apoyo de otros sindicatos, incluidos SunTracs y algunos agrupaciones médicas, reflejando un descontento generalizado en el país.
De acuerdo con datos del Ministerio de Educación, solo el 60 % de estudiantes y maestros ha asistido a clases en medio de la huelga, mientras que la sala de construcción reporta que el 66 % de las obras permanecen activas a pesar de las tensiones laborales. Este panorama resalta el descontento social que vive el país, y cómo la reforma está resultando en un enfrentamiento entre el gobierno y diferentes sectores laborales.
En respuesta a las críticas de los sindicatos, el presidente panameño, José Raúl Mulino, ha defendido la reforma de la seguridad social. Afirmó que las modificaciones no aumentan el período de pensión ni debilitan las pensiones, como afirman los huelguistas. En este contexto, hace un llamado a la sensatez en el manejo de la situación laboral actual, subrayando que la reforma no afecta los beneficios de los trabajadores de la industria bananera, un argumento que busca desactivar la tensión que se ha ido acumulando.
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