
La muerte de José Mujica fue anunciada por el presidente uruguayo Yamandú Orsi. El ex presidente (2010-2015), comúnmente conocido como «el más pobre del mundo», ha expresado durante mucho tiempo que es parte de una generación que se va, y su partida deja un vacío significativo en la historia política de Uruguay y en el corazón de sus ciudadanos.
El ex presidente uruguayo muere «Pepe» Mujica
A principios de este año, Mujica reveló que el cáncer de esófago, diagnosticado en mayo de 2024, se había extendido de manera alarmante y que su cuerpo ya no respondía a los tratamientos médicos. La noticia de su deterioro impactó profundamente a sus seguidores y a la sociedad uruguaya en general, quienes siempre lo vieron como un símbolo de resistencia y autenticidad.
«Con un dolor profundo, comunicamos que nuestro compañero Pepe Mujica murió. Presidente, Militante, Referente y Gerente. Extrañaremos mucho de querido», escribió Orsi en su cuenta de X, mostrando así la profunda tristeza que provocó su fallecimiento.
Con un dolor profundo, comunicamos que nuestro compañero Pepe Mujica murió. Presidente, Militante, Referente y Gerente. Extrañaremos mucho de querido. Gracias por todo lo que nos ha dado y por su profundo amor por su gente.
– Yamandú Orsi (@orsiyamandu) 13 de mayo de 2025
Más adelante, en enero de 2025, Mujica concedió una entrevista a Buscar, donde reveló que su cáncer había hecho metástasis y dejó un conmovedor mensaje de despedida a la población. “Llegué aquí”, dijo, pidiendo a todos que le dieran espacio para vivir la última fase de su vida en su granja, donde encontraba paz al subir a su tractor y recorrer sus amadas plantaciones.
Sin embargo, este deseo de tranquilidad no sería del todo cumplido. A pesar de su debilidad, Mujica continuó siendo una figura central en la vida política de Uruguay, recibiendo visitas de presidentes, ex líderes, periodistas y artistas en su hogar. Su compromiso con la lucha social y política lo mantenía conectado con su gente, incluso en sus últimos días.
En aquella entrevista, Mujica compartió que su vida era “una pequeña novela” y que su tiempo como presidente no era más que “un pavada.” Su historia es la de un antiguo guerrillero, considerada un héroe por muchos y un villano por otros, quien transitó del activismo a la política formal y alcanzó la posición más alta que un líder puede aspirar. No era simplemente un presidente; su forma de vivir y su filosofía lo convirtieron en un personaje admirado alrededor del mundo.
Mujica falleció el martes en su granja en Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo. No pudo votar el domingo, día de las elecciones departamentales en Uruguay. “Está en una meseta, está en el término”, dijo Radio Sarandí, citando a su esposa, Lucía Topolansky. “Estoy con él hace más de 40 años y estaré hasta el final. Eso es lo que prometí”, añadió, reflejando el profundo afecto que compartían.
Su último deseo era que sus restos descansaran en su granja, donde también se encuentra uno de sus amores: su perro de tres leyendas, Manuela.
El padre de Mujica falleció cuando él tenía solo siete años, y su madre, Lucy Cordano, asumió la responsabilidad de su educación y la de su hermana menor. La familia vivía en un vecindario popular en Montevideo, una ubicación que se volvería significativa para Mujica en sus últimos años.
José Mujica fue capturado por primera vez en 1964, tras un intento de robo en una fábrica de Montevideo. Era miembro del TUPA – el Movimiento Nacional de Liberación Tupamaros, el grupo armado más relevante de Uruguay en los años 60. Se pasó más de ocho meses en prisión, como se detalla en el libro Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz.
Fue arrestado nuevamente en 1970 y 1972, esta vez por ser Tupamaro, y aunque logró escapar, fue capturado otra vez. En 1970, fue encontrado en un bar de Montevideo, donde se resistió, pero sufrió heridas graves que lo llevaron al borde de la muerte.
Su última captura se produjo en agosto de 1972, permaneciendo en prisión hasta marzo de 1985, durante la dictadura militar que asoló el país. Se convirtió en uno de los ocho líderes guerrilleros más destacados. Su estancia en prisión fue la más dura, ya que enfrentó condiciones inhumanas que lo llevaron a desarrollar problemas psicológicos, como alucinar y tener visiones. A finales de los 80, fue enviado a un hospital militar donde comenzó su recuperación gracias a la literatura, cuando una mujer le recomendó que leyera y escribiera.
La madre de Mujica, al llevarle libros a su hijo prisionero, soñó con que «Pepe se convertirá en presidente». Aunque nunca se lo dijo, su previsión se cumplió, décadas después, cuando Mujica ascendió con un fuerte apoyo popular. Fuente: Infobae