




La ceremonia tradicional del 1 de mayo, conocida como la misa del trabajador, fue conducida por Monseñor Daniel Francisco Blanco, Obispo auxiliar de San José. Durante su intervención, hizo un llamado sincero a la unión de todos los sectores del país en la búsqueda de un beneficio general que trascienda los intereses particulares. Este evento marcó un significativo momento de reflexión sobre la importancia de la colaboración y la solidaridad en la sociedad costarricense.
Además, Monseñor Blanco instó a toda la sociedad a involucrarse activamente en la lucha contra el crimen organizado. Subrayó la urgencia de prevenir que los jóvenes se vean atraídos por actividades delictivas y enfatizó la responsabilidad colectiva que todos compartimos en este desafío. La generación actual, según su mensaje, debe ser protegida y guiada hacia caminos de paz y desarrollo.
El mensaje del obispo resaltó la necesidad de que los hogares y familias vivan en amor y paz, enfatizando el papel fundamental del trabajo dentro de la fe cristiana y la figura emblemática de San José, quien es un modelo de dedicación y esfuerzo para todos los creyentes. Monseñor Blanco también llamó a todos los ciudadanos a reflexionar sobre su papel dentro de la comunidad y a actuar de manera que puedan contribuir al fortalecimiento de la sociedad costarricense.
Con una visión clara, Blanco enfatizó la necesidad urgente y esencial de que cada individuo se sienta parte integral de la búsqueda de un beneficio general, destacando que esto debe ser prioritario sobre los intereses individuales. Habló de la importancia de la colaboración de todos los sectores productivos en el país, reafirmando que solo a través del esfuerzo colectivo se pueden alcanzar objetivos más altos para el bienestar común.
El obispo también instó a todos a continuar construyendo un futuro a través del diálogo, siempre respetando y vigilando la dignidad humana. Es crucial que el trabajo digno y honesto sirva como una herramienta para alejar a los jóvenes del delito, brindándoles oportunidades que les permitan desarrollarse y contribuir positivamente a la sociedad.
En un llamado esperanzador, compartió la visión de que el país, que actualmente enfrenta «violencia, crimen y dolor», debe retornar a sus raíces de valores que lo caracterizan: la paz, la hermandad y el amor. Este cambio es posible mediante la colaboración y el compromiso de todos en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
La ceremonia, que reunió a numerosos fieles, también contó con la presencia de representantes de la Unión y del Viceministro de Trabajo, Alexander, entre otras figuras políticas. Su participación subraya la importancia de la colaboración entre la iglesia y el estado en la búsqueda de soluciones a las problemáticas sociales actuales.