La República Popular China ha anunciado recientemente, el 11 de abril de 2025, la decisión de incrementar las tasas arancelarias en todos los productos importados desde los Estados Unidos, aumentando del 84% al 125%. Esta medida se presenta como una respuesta a las nuevas tarifas impuestas por el gobierno de Washington, llevando la disputa comercial entre ambas naciones a un punto crítico.
China incrementa aranceles hasta un 125% sobre productos estadounidenses.
El comunicado emitido desde Beijing argumenta que «Estados Unidos ha ignorado el orden económico global establecido tras la Segunda Guerra Mundial». Además, el texto señala que el gobierno chino «condena enérgicamente» las nuevas tasas y que la paciencia de su país con respecto a estas provocaciones ha sido limitada. Desde la perspectiva china, cualquier daño sustancial que el gobierno estadounidense cause a los intereses nacionales llevará a una respuesta firme, y Beijing está dispuesto a seguir adelante hasta las últimas consecuencias.
A pesar del tono firme y decidido de la declaración, las autoridades chinas afirman que los aranceles ya han conseguido que los productos estadounidenses carezcan de un mercado significativo en el país, sugiriendo que cualquier incremento adicional en las tarifas arancelarias será «irrelevante» y, en última instancia, «se convertirá en una burla en el contexto de la historia económica global», según se refleja en el comunicado.
Este movimiento ocurre apenas dos días después de que China decidiera aumentar las tasas del 34% al 84% en respuesta al impuesto del 50% que el expresidente Trump había impuesto previamente a productos importados de China. Este intercambio de tarifas arancelarias ha llevado a una escalada significativa en las tensiones comerciales entre ambos países.
Por su parte, la respuesta de Washington a este incremento ha sido más tarifas, elevando las tasas a un total del 125%, lo que implica que el impuesto acumulativo en las importaciones chinas alcanza ahora el 145%. Este entorno complejo y lleno de tensiones ha llevado a un escenario donde ambas naciones parecen estar encerradas en un ciclo de represalias que afecta a la economía global.
Lin Jian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, ha expresado que su nación «no desea una guerra comercial, pero tampoco la teme». Lin también ha instado a Washington a «reducir la presión» si realmente busca resolver las tensiones a través del diálogo. A su juicio, las contramedidas adoptadas por China no solo defienden sus propios intereses legítimos, sino que también salvaguardan el orden y los derechos internacionales de todos los países que se ven afectados por las ventajas que persigue Estados Unidos.
Adicionalmente, China ha dejado claro que no está dispuesta a aceptar condiciones desiguales en futuras negociaciones, y cualquier discusión debe basarse en la igualdad y el respeto mutuo. En este contexto, China ha llevado su queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), buscando justicia en las prácticas arancelarias que considera injustas propuestas por los Estados Unidos.